Diego Maradona y Ronaldo no tuvieron esa suerte. Neymar, tampoco, mucho menos Lionel Messi. Lo que está viviendo James Rodríguez es el sueño de cualquier futbolista: explotar como estrella en un Mundial. “Cuando ves nacer una estrella, el corazón se te llena de dulzura y es con este sentimiento que les hablaremos ahora de James Rodríguez”, comenzó ayer su comentario el diario italiano “La Gazzetta dello Sport” tras la victoria de los “cafeteros” por 2-0 ante Uruguay en el mítico Maracaná.
No hay mejor escenario que un Mundial, buena parte del planeta vio la actuación del mediocampista colombiano, goleador de Brasil 2014 con cinco tantos ya y centro de todos los elogios. Lo admiran sus colegas y los entrenadores, lo idolatran estrellas que van desde el basquetbolista LeBron James a la cantante Rihanna, pasando por la actriz Sofía Vergara.
Probablemente sin saberlo, Rihanna dio en el clavo: “¡¡¡Rodríguez!!! ¡Es apenas un bebé!”.
Un bebé peligroso que llegó con 22 años a Brasil 2014 y que cumplirá 23 años un día antes de la final.
Hubo otros “bebés” que no tuvieron la suerte de Pelé, campeón mundial en Suecia 58 con 17 años. César Luis Menotti no le dio la oportunidad en Argentina 78 a Diego Maradona, de 17 años, que ya encandilaba. España 82, con 21, fue un fracaso para Maradona, que recién se consagraría a los 25 en México 86.
Lo de Messi no fue diferente, y el final está abierto: al borde de cumplir los 19, la estrella de Barcelona observó desde el banco los instantes clave de su país en Alemania 2006, y también tropezó, con 23 años, en Sudáfrica 2010.
Años antes, Ronaldo que a sus 17 años era estrella en el PSV Eindhoven, no jugó en la selección que ganó el título en Estados Unidos 94. En Francia 98, con 21, se derrumbó en la final. Debió esperar hasta los 25, en Corea del Sur/Japón 2002, para consagrarse como figura en un Mundial.
Neymar tiene la edad de Rodríguez, pero una presión infinitamente mayor. Es su primer Mundial, y aunque ofreció bastante ya, lo está disfrutando menos que el colombiano. Rodríguez sale, para muchos, de la nada en un equipo que no era candidato. Neymar es en cambio la cara del Mundial en una selección obligada a ganar. Esa cara del Mundial puede cambiar, porque el viernes habrá duelo entre Brasil y Colombia, entre Neymar y Rodríguez, cuyo “James” no se pronuncia en inglés, sino tal como se lee en castellano. Y si alguien se empeña en utilizar pronunciación oxfordiana, el colombiano le hará saber que no, que él es “James”.
José Pekerman, el hombre que mantuvo sentado a Messi en el banco el 30 de junio de 2006 en el Estadio Olímpico de Berlín en lo que terminaría con derrota en penales ante Alemania, tiene ocho años después una nueva oportunidad en una Copa del Mundo. ¿Una más grande aún que con los albicelestes?
“Estamos en presencia de un jugador técnico que tiene todas las cosas de un jugador de primer nivel mundial. Jamás tuve dudas de que este iba a ser el Mundial de James Rodríguez”, dijo en la noche del sábado el veterano entrenador en las catacumbas del Maracaná.
Tratándose de Pekerman, alérgico a las frases contundentes, su análisis sobre el “10” de Colombia cobra aún más valor.
“He tenido en mis equipos extraordinarios futbolistas”, añadió el hombre que dirigió a la “Pulga”. Y redobló los elogios: “A su edad no tiene ningún inconveniente en hacer cosas que hay futbolistas que demoran muchos años en comprender”.
Oscar Tabárez, seleccionador uruguayo, fue generoso con el hombre que hundió a su equipo, y que seis años atrás, con 17, llegó a Banfield para labrarse una carrera que luego lo catapultó al fútbol europeo.
“Lo presentaban como un talento, como los Maradona, los Messi, los Suárez. Hacen cosas porque tienen ciertos dones especiales. Creo que por lo que he visto hasta este momento es el mejor jugador del Mundial. Creo que no estoy exagerando”, sostuvo el “Maestro”.
Así, los días de Rodríguez en Mónaco podrían estar contados. Una cadena española de televisión le preguntó el mismo sábado si le gustaría jugar en el Barcelona o el Real Madrid. La respuesta fue obvia y sincera: “España es una de las ligas más importantes y ojalá juegue allí. Sería un sueño jugar en España”.
Quizás le llegue ese momento, aunque por ahora prefiera casi ni pensarlo y razone como un jugador veterano de 30 años: “quizás cuando salga y acabe todo esto pueda tener noción. Pero ahora estoy feliz y trato de marcar en cada juego como si fuera el último”’.